Una más…en Doñana



Cuando era jovencito, encontré un trabajo para los fines de semana y así sacar un dinerito para mis gastos. El trabajo consistía en ser como una especie de monitor para hacer excursiones en bicicleta. Lo organizaba una tienda de suvenires localizada junto a la catedral de Sevilla y cuya responsable era una chica argentina. La historia ocurrió el fin de semana que la excursión transcurría por el coto de Doñana. Se trataba de unos empleados de “La Post” de Francia, lo que seria “Correos” aquí en España. Dividíamos a los excursionistas en tres grupos, uno para personas con gran actividad física, otro con una actividad media y un tercero cuya actividad física fuera baja o nula. En cada grupo estábamos dos compañeros, uno yendo por delante indicando el camino y otro en cola, llevando las mínimas herramientas para reparar posibles averías que surgieran.
El día que llegamos a Doñana sorteamos entre los compañeros con que grupo iríamos cada uno. A mi me toco junto a otro compañero el grupo con baja o nula actividad física, y entre nosotros decidimos ser yo quien fuera por delante, ya que el compañero no pudo venir el día anterior para ver el recorrido. Era algo que hacíamos siempre, ir el día anterior a ver el recorrido e ir señalizándolo con cintas amarillas a cada cierta distancia.
Cuando comenzamos la ruta iban unas diez personas, más un monitor que llevaban ellos. Todos eran personas de mediana edad y personas ya cerca de la jubilación. Se transitaba por un camino que salía desde cerca de la aldea de El Rocío y poco a poco se iba introduciendo en el interior del coto, pero siempre por caminos. Pero en un momento dado, deje de ver las cintas amarillas. Y a medida que mas nos adentrábamos el camino iba desapareciendo, pasando a ser simplemente dunas, aunque aun pequeñas. Pero poco a poco se fue convirtiendo en las grandes dunas de Doñana y siendo imposible el pedaleo por ellas. Por lo que se tuvo que poner pie en tierra y empujar la bici. A medida que caminábamos, más perdido me encontraba, y en un momento dado la monitora de ellos se me acercó y comenzó a gritarme y a vociferar palabras que no entendía ya que no se francés. Mi compañero se me acerco y dijo “tío no se francés solo palabrotas, y te las esta diciendo todas…”jajajaja. Bueno la entendía, ya que eran personas mayores, sin agua y subiendo y bajando dunas jajajaja. Afortunadamente, después quizás de una hora, el terreno se fue poniendo más suave y comenzamos a ver arbustos, pinos…Y comenzamos a ver a lo lejos un grupo de personas. Si, eran los demás grupos. Jajajaja ¡¡¡que pesadilla!!!
Después descubrimos, que un agricultor al ver las cintas se dedico a quitarlas. Por lo que era normal que me perdiera…

No hay comentarios:

Publicar un comentario